sábado, 20 de febrero de 2016

Capitulo 32 "Sepelio"

Aquella fresca mañana, una brisa mecía suavemente los cipreses. Unos arboles altos, secos y descoloridos que tapaban el radiante sol que lucia libre de nubes. Los gorriones ajenos a todo buscaban de manera insaciable alguna migaja con la que saciar su apetito. Labor estéril dado lo poco que había que picotear en aquel lugar y una manera de mostrarlo era sus incesantes píos, una queja baldía ya que los que se congregaban en aquel lugar permanecían sordos ante tal algarabía. Dicho grupo apretabanse unos contra otros, no se sabe si por el frió reinante o una forma de darse apoyo mutuamente ante el luctuoso suceso del cual eran testigos. Por desgracia, en aquel lugar abarrotado de lapidas y sepulcros aquella era una imagen repetida día si y día también, no dejaba de ser emotiva y dolorosa. Unos miraban al cielo murmurando una plegaria, otros con la mirada perdida se repetían una y otra vez porque. Pero todo era en vano. Al final sus ojos recaían ante la escena que los había unido en tan aciago momento. Una enorme fotografía de una risueña anciana reinaba el lugar junto a un bello ataúd de noble madera y asas doradas. El retrato mostraba a una mujer de edad avanzada con el pelo cano y formando revoltosos mechones peinados con buen gusto. Unos ojos vividos y alegres de clara mirada junto a una sonrisa franca enseñando una blanca dentadura. Su rostro, algo mofletudo por el sobrepeso hacia mas dura la despedida en el cementerio de la ciudad. Nadie se explica lo repentino del deceso de la querida mujer.

Raymond Gobens era el hijo de la fallecida. No podía negar que el parecido con la difunta era mas que evidente. Con gesto entristecido se soltó suavemente de su apenada mujer, que escondia su rostro detrás de un velo negro. Raymond con los ojos enrojecidos, se acerco al féretro con un rosa. Cuando llego miro al párroco que estaba enfrente de la ultima morada de la anciana, junto a un pequeño atril y un micrófono. El hombre asintió con la cabeza y el religioso ordeno sus notas, miro a los presentes y empezó el sepelio.

-Queridos hermanos y hermanas. Hoy estamos aquí para despedir a nuestra querida Rosalia. Nuestro hermana ha llegado al término de su vida mortal. EL SEÑOR  HABRA APRECIADO TODO LO BUENO QUE HA IDO HACIENDO, EL DESIGNIO DE DIOS ES DE SALVACION. "Cristo murió y resucitó" para  indicar que también nosotros los creyentes, pasando por la muerte,
estamos llamados a la vida. 


Un pequeño golpe se oyó dentro del ataúd. Apenas inaudible. Raymond se mostró un poco sobresaltado pero permanecio impertérrito. Como si nada hubiese sucedido.
 Mientras la homilía seguía.
-Los méritos infinitos de Jesucristo y todo lo  positivo que habremos hecho mientras vivíamos nos darán acceso a la vida eterna. "Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. Cada
uno dará cuenta a Dios de sí mismo"


Otro golpe mas fuerte sonó y Raymond miro hacia atrás desconcertado, ante los extraños ruidos no sabia como reacionar. Sus ojos se cruzaron con los de su mujer que le miraba sorprendida, intentado comprender que le pasaba.
-Hermanos, yo os invito ahora a orar. Hacemos como de abogados defensores en un juicio. Que nuestra plegaria sea un DECIRLE A DIOS QUE VALORE TODO LO BUENO y positivo que ha hecho nuestro hermano mientras vivía y que, misericordioso, no le tenga en cuenta todo
lo que quizás por debilidad humana no pudo controlar. Seguramente él mismo ya debía ir puliendo a tiempo todo aquello con lo que no estaba de acuerdo. Confiemos reencontrarnos un día en la casa del Padre.  


Todos los presentes agacharon la cabeza y empezaron a orar en silencio. 
Tac... tac, tac, tactactac...
Un golpe detrás de otro, al principio de forma aislada hasta que acabo en un golpeo incesante y desesperado.
Una tras otro, los presentes levantaron sus rostros demudados hacia el origen del sonido .Sus caras incrédulas y descompuestas eran la viva confirmación de la incomprensión. Mirándose desconcertados como si pensasen que era imaginaciones suyas, pero pronto comprobaron que aquello era una ensoñación colectiva. 
 Tal como empezó acabo todo. El silencio mas absoluto se hizo presente. Raymond dudaba entre volver con su esposa o permanecer como el capitán de un barco hundiéndose. De pie hasta el final. 
Los segundos pasaron y la locura pareció serenarse. Algunos se restregaban los ojos y otros daban suspiros de alivio
-Chacadme fe aqlui. Ma hogo.
Raymond despavorido se echo hacia atrás y puso sus manos en posición de defensa como si el mismísimo demonio hubiese aparecido ante su presencia. 
El religioso, con los ojos fuera de sus órbitas miro a Raymond y con la mano hizo gesto para que abriese el recepctaculo.
El hombre lo miro fuera de si.
-¿Que quiere?¿Que lo abra?
-Ha resucitado, el Señor en su bendita misericordia la ha devuelto a la vida. Es una alma buena. 
-¿Por que cree que el ataúd esta cerrado? Mi madre, se desmayo en medio de la carretera cuando estaba cruzando inadecuadamente. Un coche, no pudo evitarla y se la llevo por delante pasando por encima y otro que venia le aplasto la cabeza. ¿Como puede resucitar?
Algunos presentes se echaron las manos a la boca y otro a los ojos para no ver la terrible escena que contaba el hijo.
-Esto es obra del demonio.
El párroco se santiguo y empezó a orar delante de la difunta haciendo la señal de la cruz.
-Señor, perdona a este pecador que no quiere ayudar a esta necesitada.
Raymond fuera de si, se agacho lleno de ira. Descorrió los cierres y abrió la tapa. 
-Ve, esta muerta y bien muerta.
Unas manos blancas como el mármol y frías, tomaron la cabeza del hombre.
-Fame un blesito.
Raymond rayando en la locura veía a su madre con la cabeza destrozada. Solo tenia partes de la boca y la barbilla. El cadaver tomaba la suya y la acercaba fuertemente.
-¡Nooooooooo! ¡Monstruo del infierno! 
Por mas que tiraba y mas fuerza hacia solo notaba el fuerte hedor a putrefacción que emanaba la víctima.


-¡Jajajaja!Ernest eres la monda.
Dunphys sentado sobre la tapia del cementerio, observaba todo el acontecimiento. De repente, la mujer perdió fuerza y sus brazos cayeron inertes dentro de su morada. El hijo cayó hacia atrás violentamente. Los congregados, no daban crédito a lo que acababa de suceder.
-Si ha sido divertido. La verdad me he quedado con  ganas de darle el beso.-dijo la voz incorporea de Ernest 
-Bueno, Ernest. Tu don no solo puede servir para hacer robos y asesinatos, a veces podemos hacer algo divertido como esto. Seguro que lo recuerdan mientras vivan.
-Si hay que repetirlo pero ahora es hora de volver al trabajo. 
Ernest se bajo de la tapia con la agilidad de un gato, mientras dejaba atrás a los amigos y familiares de la difunta. Aunque no pudo evitar mirar de reojo, mientras se alejaba  echaba una sonrisa de complicidad.
-Joder, que si. Que hay que repetirlo, eso seguro. 
-Si pero mientras centremonos en lo nuestro. Apenas han pasado cuatro días de nuestra destrucción masiva en la Central y el Recolector ya tiene otra cosa en mente.
-¿Cuando parara?
-Cuando consiga lo que quiere.
-¿Y nosotros?
-Cuando consiga lo que quiero. Después, nadie mas nos dará ordenes y te aseguro que vamos a levantar mas muertos que vivos hacemos caer.
-Eso me gusta.-dijo Dunphys poniendo cara de felicidad solo de imaginar la situación. 
-Fue una suerte tener acceso a la mente de Steranko tenia mas secretos en su cerebro que yo ganas de echar un polvo.
-¿Echar un polvo? ¡Guau! que moderno. Eso no se decía hace un siglo.
-Bárbaro ignorante. En mis tiempos se sabia como cortejar a una dama, hablar con educación y beber con elegancia. Apuesto a que tu, no sabes de estas cosas. Ni has perdido el tiempo en aprenderlas.
Dunphys callo avergonzado.
Lejos de las miradas indiscretas entraron en la parte vieja del cementerio. Olvidados panteones de antiguas y centenarias familias se deterioraban entre la humedad, el abandono y la vegetacion. 
-Seguro, Ernest que por aqui tienes algun conocido enterrado.
-Si tuviesemos tiempo encontrariamos a mas de un fantoche al que le ahorre el ejercicio de respirar. 
Tras pasear por varias calles con un pavimento deficiente y unos elocuentes socavones hallaron a un hombre de mediana edad. Alto y delgado tenia el pelo corto a cepillo y sus ojos vivaces se escondían tras una gruesas gafas metálicas. Vestía de forma elegante, con un abrigo azul oscuro clásico pero abrigado y se llevaba las manos a la boca para calentar sus manos embutidas en unos guantes de piel. Su aspecto parecía al de un administrativo de cualquier departamento. Tras ese aspecto se encontraba Rayan Ross, un agente especial de alto nivel. 
Dunphys se acerco al agente. 
Ross se puso a la defensiva.
Dhunpy levanto las manos.
-Ey, soy el enlace de Steranko.
Ross lo miro de arriba a abajo dubitativo.
-No te imaginaba así. Siento mucho lo que paso.
-Yo no.-bromeo Dunphys.
Rosso puso cara de asombro.
-Quiero decir que no te imaginaba así, que siento lo del capitán.-mientras decía esto Dunphys puso cara de pena.
-Me gustaría tener delante a ese hijo puta.
-Si te entiendo.
-Lo mataría con mis propias manos para vengar la vida de mi amigo.
Mientras decía esto, ahogaba con sus manos de forma simulada a Dunphys.
-Te entiendo, te entiendo. Pero... estamos todos en el mismo equipo.
Dunphys se zafo de las manos del agente. 
Ross miro a su alrededor. 
-¿Cual es tu nombre?
-Bueno. puedes llamarme Lacra.
Ross puso cara de asombro durante un segundo y luego relajo el rostro.
-Bueno, Lacra. Como sabes Steranko y yo nos reuníamos en secreto para intercambiar información. Lo ultimo que se es que vamos tras la pista de un sospechoso que debe saber algo sobre el escondite de ese malnacido ruso. Esperamos en breve cogerle de las pelotas y hacerle cantar para que gane el primer premio de "La voz". ¿Tu ya me entiendes?
-Si, si. No te preocupes, que nuestra cooperación dará sus frutos. Creo, que va a ser bastante duradera. Vamos a hacer grandes cosas juntos.
-¿Como lo sabes?
-Ya sabes intuición y eso.  
Dunphys puso de sorpresa y señalo a la espalda de Ross.
-¿Quien es ese?
Ross como un rayo se giro y saco su arma haciendo efectivo todo el aprendizaje y experiencia de un profesional. Pero en este caso fue su sentencia de muerte.
-No veo a nadie.
Una aguja hipodérmica entro en el cuello del hombre. Ross se echo mano al cuello con el rostro sorprendido y desorientado. Al segundo cayó desplomado.
-Adiós, agente Ross. Bienvenido, agente Ernest.
El agente se levanto como si no hubiera pasado nada y se sacudió la ropa.
-Gracias, agente Lacra. Al menos esta vez has elegido a un objetivo con buen gusto, elegancia y ropa limpia. 
Continuara...

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario