sábado, 9 de enero de 2016

Capitulo 30 "El regreso"

-¿Cuanto tiempo llevo aquí?
La voz ahogada y rota de Joshua salia a través de la segura puerta de la celda de aislamiento en la cual estaba recluido.

El doctor Ochoa se removía azorado mientras permanecía pegado a la entrada del habitáculo. Con ojos desesperados miraba el pequeño resquicio que estaba abierto para mantener la conversación.
-Han pasado cuatro semanas desde que viniste.
-He perdido la noción del tiempo aquí dentro. No se si es de día o de noche. Al menos tu compañía me alivia esta espera. Pero sigo sin entender porque no soy libre. No he hecho ningún delito ni se se ha comunicado el motivo de mi detención.
Ochoa suspiro largamente buscando las palabras adecuadas. Sabia que no iba a ser fácil lo que iba a decirle a continuación.  Miro a su alrededor viendo las demás celdas abiertas como si allí estuviese la solución a sus problemas. Esconderse del mundo para no lidiar con las injusticias que nacían delante de sus ojos.

-Hay algo que no cuadra en tu informe. Eres sospechoso de traición o asociarte con un grupo criminal.

-¿En que se basan?

-Según tu los soldados rusos fueron abatidos con sus armas por ti. Han analizado las pistolas y llevaban cargadores de fogueo. Murieron por una explosión controlada. Llevaban una pequeña carga explosiva dentro de su chaleco antibalas. Alguien se tomo muchas molestias para matar a esos hombres y que pareciese obra tuya.

-¿Y que tengo que ver yo con ello?
-Según el general si no se hubiese investigado tu serias un héroe. Y no existiría ninguna duda a tu lealtad. Lo que si en el supuesto caso que fueses un agente doble tendrías la fachada perfecta para descartarte como sospechoso.
-Quizás los rusos lo planearon para que esto saliese así y bajar nuestros niveles de alerta. Yo seria el cabeza de turco.
-Es posible pero de momento eres persona non grata por allí arriba.
-¿Y tu que opinas?
Ochoa guardo silencio unos segundos mientras se mesaba el cabello.
-Conozco la condición humana y a riesgo de equivocarme no creo que seas el enemigo. Al menos no tanto como las veces que has intentado cazar a ese malnacido.

-Gracias por tu apoyo. Bueno al menos mi campaña no va mal ya voy convenciendo adeptos de mi inocencia.

Mientras decía esto Joshua se sentó en el suelo con una sonrisa amarga mirando un punto indefinido de la oscuridad.

El doctor se adelanto unos pasos hacia la salida. Se paro y volvió nervioso hacia la celda.
-Sabes, tengo un plan.
-¿Para escapar? Vaya, lo de Alcatraz seria un chiste comparado con lo que tienes en mente.

Ocho se maldijo por sus palabras. Odiaba que dado el estado del preso darle falsas esperanzas.
-No, no podría ayudarte a escapar. Estaríamos muertos antes de cruzar esa puerta.
Ochoa señalo la puerta y se quedo tontamente mirando. Comprendio que el agente estaba en la mas absoluta oscuridad dentro de un zulo. Era imposible que viese sus gestos.
-¿Entonces como es que vienes a verme? Pensaba que estaba en aislamiento.
-Tengo amigos.
-Deben ser muy poderosos. ¿Algun general? ¿O eres familia del presidente y no me he enterado?
-Ayude a uno de los guardas.
-Debió ser algo muy gordo. Para desafiar al mandamas.
-Salve a su hija. Cosas de científicos necesitaba una medicación muy cara. Y unos amigos mios crearon un compuesto genérico con los mismos ingredientes.
-Vaya un héroe anónimo, ¿Eh?
-¿Cual es tu plan?
Ocho iba a abrir la boca cuando oyó pisadas de botas.
-Espera un momento.-siseo.Oigo pasos.
Un hombre de treinta y seis años se acerco a Ochoa. Era un tipo duro y de recursos, media metro ochenta de estatura y corpulento con sus 100 kg. Tenia unos ojos azul intenso y pelo negro. Se llamaba Bradfor Mender y nunca había tenido problemas con los oficiales o los soldados que no hubiese sabido solucionar con eficiencia y honradez. Era un hombre astuto y tenaz. Junto al traje militar de su hombro colgaba una radio para estar en todo momento comunicado.

-Buenos días, doctor.-dijo de forma condesciente.
-Bradford.-contesto el doctor.
-Solo venia a comentarle que estoy muy agradecido por su ayuda en el tema de mi hija, pero...
En ese momento el sonido estático de la radio se puso en marcha.
-Control a Lobo 1. Control a Lobo. Conteste.
Bradford miro extrañado al doctor y tomo la radio.
-Aquí Lobo 1. Estoy haciendo la ronda. Estoy saliendo de las celdas. Estaba visitando al paquete.
Una mirada de complicidad surgió entre los dos hombres.
-Venga inmediatamente. Tenemos compañía. Steranko ha vuelto y trae al irlandés. Necesitamos toda la cobertura posible.
Una sonrisa de felicidad nació en el rostro del guarda.
-Ya tenemos a ese cabrón y el capitán lo trae de vuelta es magnifico.
Bradford acelero la marcha para unirse al contingente militar. Se paro en seco y  a punto estuvo de caer.
-Doctor, no se mueva de aquí. Nadie debe saber nuestro secreto. Si ocurre algo escondase en alguna celda. Están todas abiertas. ¿Entendido?
-No hay problema.-contesto el doctor mientras le hacia un saludo militar.

Una vez se hubieron quedado solos Ochoa hablo.
-Bien, quizás esto sea lo que necesitamos para confirmar tu versión.
-Doctor, ¿las cosas mejoran o empeoran? Algo extraño que vuelva el intocable capitán junto a uno de las piezas mas deseadas.

Mientras varios metros mas arriba el orgulloso capitán Steranko y el inefable Dunphys entraban en la sala de control después de pasar los protocolos de seguridad de la base. Arropados por todo el personal que se felicitaban y se regocijaban del éxito del condecorado militar. La imagen no podía ser mas complaciente un Steranko exultante y emocionado empujaba a un desaliñado, maloliente y derrotado preso.
-Bueno, ja jaja. Ya se que esperabais que trajese las cabezas de esos bastardos atadas a mi cintura. Pero tengo algo mejor. A este bastardo y donde se esconden esas ratas.
El general pagado de si mismo se acerco a grandes zancadas al capitán  que abrazo como si fuese un hijo recién encontrado.

-Muchacho, te veo muy bien. Me imagino que esas nenazas habrán recibido lo suyo.
-Si solo recibí algunos golpes y contusiones. Aparte de mi vista que quedo algo afectada debido a sus cuidados y aun la tengo convaleciente.
El general miro a Dunphys con odio y ira.
-Llevaos a este hijo de perra lejos de mi. Creo que allí donde vas encontraras otro amigo tuyo, de tu misma calaña.
Dunphys puso gesto de sorpresa ante las palabras del general. A ciencia cierta ignoraba que tuviese otro aliado en la idea que habían planeado.

El general se quedo un poco perplejo al mirar el cuello de Steranko. Adelanto su mano y toco la piel tintada que salia del cuello del capitan.
-¡Que extraño! Nunca me había dado cuenta de que era aficionado al tatoo.
Steranko se ruborizo.
-Perdone, capitán. Era algo que querría que permaneciese en privado. No quería contrariarlo.
 Mientras decía esto Steranko miro a través de sus oscuras lentes y se alegro de que aquellos necios permanecían ignorantes del apocalipsis que se avecinaba.
-No pasa nada, capitán. No pasa nada....-dijo extrañado el general

Steranko alzo los brazos victorioso ante un publico entregado.

-Gracias por vuestro animo y apoyo. Se que no estaba solo. Que vosotros no dejasteis de buscarme y eso os honra. Sí estoy aquí es por vuestra dedicación y fe.

Steranko se lleva la mano al corazón y se dio golpecitos para luego señalar a los presentes.

-Ahora es tiempo de volver al trabajo y para ello vuelvo con información que promete ser un bombazo.

Continuara...



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