lunes, 21 de diciembre de 2015

Capitulo 29 " Supervivencia maldita"

Un mar de cuerpos inundaba el almacén, muchos de ellos hasta hace unos instantes habían sido compañeros de Jhosua. Y ahora yacían fríos e inertes con sus miradas eternas a sitios distantes. Mientras el único superviviente arropado entre sus mudos compañeros fijaba su mirada hacia el infinito, de sus ojos enrojecidos las lágrimas rodaban inconsolables. Se restrego de nuevo la cara para secar el húmedo manar, a pesar de que era una tarea ímproba acabo siendo nula. Giro su cabeza a ambos lados y recordó los motes que mentalmente durante el viaje fue poniendo a cada uno de ellos para recordar mejor sus rostros. El callado, el chulo, el listo, el ligón y así uno tras otro. Ahora inconscientemente aquel absurdo juego le había servido para tener una vinculo con todos esos hombres, un vinculo que ahora ya no existía, sesgado, cercenado y mutilado. En su mente se formo el rostro de sus nemesis y cerro los puños de pura ira, pura rabia hasta que se quedaron blancos y la sangre no paso por sus nudillos. Tenia que existir alguna manera. Es imposible que fuese intocable, nadie es invulnerable. Debía tener un punto débil, algo que se le había pasado. Un talón de Aquiles que estaba cerrado bajo siete llaves. Pesadamente se levanto. Su agotado cuerpo acuso el esfuerzo no pudo evitar que su iniciativa acabara tambaleándose y con algunos vaidos por la rapidez de sus movimientos pero que no hicieron mella en su decisión. Tuvo la tentación de doblarse a devolver,  volvió a mirar la sangría que le rodeaba. Pero la bilis no llego a su boca. No seria digno que ante estos héroes se mostrase débil y vencido. Se decía si mismo que esto no se volvería a repetir. Cogería a esos bastardos y sacaría sus entrañas por la boca, con sus propias manos mientras gritaban clemencia. Lo juro ante los caídos. Aunque fuese su ultimo acto en vida.  Aquí no podía hacer nada  pesadamente dirigió sus pasos hacia la salida, evitando pisar cualquier resto humano o muestras orgánicas. El dolor empujaba sus pasos pero la venganza movía su corazón. Salio al exterior y rodeo la nave buscando algún tipo de amenaza. La luz del sol le golpeo como un marido humillado. Se tapo los ojos hasta que poco a poco su vista se fue aclimatando a la luminosidad.  Excepto los dos verdugos rusos que estaban tirados en el suelo no se observaba ningún signo de vida o de amenaza. Se alejo de los difuntos Rojo 1 y 2 y tras cerciorarse que no existía peligro volvió a la entrada y se sentó. No tuvo que esperar mucho cuando una avanzadilla se acerco hasta èl. Reconoció enseguida el vehículo ligero que venia a gran velocidad seguido por una estela de humo, mas lejos pudo apreciar un séquito de camiones frigoríficos con sus correspondientes coches. Se imagino repleto de expertos forenses y criminalistas. Aun así se le antojo insuficiente dado el ingente trabajo que tendrían que hacer para poner en orden todo lo que les esperaba. Le recordó como esos grandes yacimientos arqueologicos que tardan años y años en arrancar sus secretos. Mientras absorto seguía en sus pensamientos para no caer en un estado de shock el primer vehículo paro a escasos metros de èl. Era un Humvee el famoso coche que tanto éxito había tenido tanto en el ámbito militar como en el civil. Dos fornidos militares se apearon parecían recién salidos de una pandilla de tipos patibularios por sus formas y sus maneras. Se quedaron petrificados y rápidamente sacaron sus armas apuntando al sorprendido policía.
-Señor Joshua Tena, pongase de rodillas y las manos a la cabeza.  No es ninguna broma. Y esto no es un simulacro.

Jhosua puso los ojos como platos y se hubiera echado a reír si no fuese por las dos pistolas que amenazaban su vida.

-¿No ha hablado claro,  mi compañero?
-Transparente, Jimbo.-replico Jhosua de forma amenazadora.
Mientras uno de ellos permanecia en una posición defensiva el otro puso unos aros de plástico en las muñecas del hombre.
-¿De que se me acusa exactamente?
El soldado lo miro despectivamente y lo levanto de forma ruda del suelo.
-Me encantaría charlar con usted, señor. Pero tengo un paquete urgente que llevar a la base.
En un momento Joshua fue introducido en el interior del coche. Mientras se alejaba observo como el resto del contingente llegaba sin su presencia. Pensó que quizás querría el general detalles mas concretos de lo sucedido pero porque las esposas y el arresto. Esta pregunta le rondaba en la cabeza como una mosca en un dulce. Finalmente desistió por mucho que buscase una explicacion la persona que tenia la respuesta no se encontraba allí. Se recosto en el asiento bajo la atenta mirada de sus guardianes y empezó a silbar. Ya había llegado a la mitad de su inventada melodía  pero un agresivo frenazo desbarato su talento musical haciendo que su cuerpo se abalanzase hacia delante por la inercia tragandose el resto de notas. Casi en volandas fue sacado de el auto y llevado al interior de las dependencias.  Parecía que los años hubiesen transcurrido cuando se encontró ante el general y el doctor. Algo absurdo cuando hacia pocas horas que habia marchado del lugar.
-Supongo que tendrá una buena explicacion para esto.-dijo Jhosua enfadado.
-De momento y tras los sucesos que han sucedido debo mantener una actitud preventiva. Y hasta que no descubra si realmente estas limpio o eres complice...
-Pero eso es imposible, general.-dijo el doctor que no salia de su asombro e intentaba poner un poco de cordura.-Joshua es leal.
-Me gustaría creerle pero han muerto hombres, buenos hombres. Y no sabemos si esta influenciado o manipulado por los rusos o dios sabe quien.
-General eso es una locura. Soy Joshua, ¿no me reconoce?
El general lo miro de arriba a abajo como si fuera una inquietante amenaza.
-Llevaoslo, lo quiero en régimen de aislamiento total.
Joshua fue arrancado de la presencia de los dos hombres mientras gritaba su inocencia.
-Y ahora doctor. Si me disculpa tengo que informar a unas cuantas familias que se han quedado sin esposos y padres. Y buscar a un ejemplar militar que esta desaparecido.
El general saludo efusivamente al doctor y lo dejo solo con la mirada perdida y los ojos llenos de lágrimas mientras miraba hacia donde habían llevado a Joshua. Tras un rato empezó a caminar sin rumbo fijo.
-Solo queda una opción pero necesito un milagro para realizarla.
El doctor mientras murmuraba y con la mirada hacia el cielo rogaba un imposible.

Joshua descansaba en la oscuridad de su celda. Daba igual donde mirase, un paño negro aparecía ante sus ojos. Sabia que para no caer en la locura debía mantenerse cuerdo. Y el único camino era el odio y la venganza que seguía rezumando en su pecho.
-¡Te encontrare, maldito asesino! Y juro que Dios se tapara los ojos ante lo que tengo reservado para ti.

Continuara...

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