domingo, 11 de marzo de 2012

Capitulo 1 "El comienzo"






En los alrededores de la mansión Ernest es la noche de las noches. Aquella donde los hombres dan cuenta en vida de sus actos ante el insigne momento de su deceso que se avecina irrevocable. Un convoy de vehículos militares escolta a un Hummer blindado de cristales ahumados. Inusual escena para ellos como tan habitual para sus armados acompañantes. Avanzan en tan plomiza noche ajenos al drama de sus obligados invitados. Ni la lluvia purifica su vana existencia, llena de actos punibles y execrables. Los relámpagos iluminan con intermitencia una sinuosa carretera a las afueras de la ciudad. En el interior dos presos esposados. Uno de ellos es grande eintimidante y con terribles tatuajes todos le conocen como Lacra. A su lado sin hacerle sombra su acompañante. Es un tipo alto, mirada penetrante y de pelo corto con cierto aire a irlandés. Responde al nombre de Dunphys. Con sus horribles y odiados trajes de color naranja dando referencia a todos de que están en el corredor de la muerte.
El trayecto es largo y cansado. Súbitamente Lacra inicia la conversión.
-¿Porque estas aquí?
Al irlandés no le interesa tener una charla amigable.
-¿Acaso importa?
Lacra decide callar y vuelve a mirar por la ventanilla donde los relámpagos revientan el cielo negro. La lluvia sigue golpeando con furia y otro relámpago explota. Entonces la imagen de los dos presos queda grabada momentaneamente en el cristal como una foto efímera.
-Por lo mismo que tu... y por dejar cabos sueltos.-Dice entre dientes el delgado preso.
-¿Sabes como nos llaman, no?
-Nenas. Pero que mas da. Nadie ha vuelto de estas salidas. Y antes de acabar en la silla eléctrica o esperando un cuchillo en mi estomago durante la comida prefiero tomar esta opción.
El irlandés espera algo de Lacra, pero este sin embargo permanece callado con rostro de piedra. Finalmente contesta.
-El cebo de la libertad es muy goloso. Cuidado con atragantarse con el anzuelo.
De pronto una autoritaria voz salida de un prepotente militar con sus gafas Raybans acalla la charla.
-¡A callar cabrones! Esto no es un locutorio. Y muestren el debido respeto. Estamos llegando a la mansión Ernest. ¡Sed bienvenidos!

Continuara...

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